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Chacaleo Exprés: La lucha entre “buenos” y “malos”

Quien antagoniza con la llamada “Cuarta Transformación”, es “malo”, porque lo único “bueno” es los propuesto por AMLO.

En el discurso político vigente, sobre todo entre quienes ganaron las elecciones del pasado 1 de julio, se nota una proclividad a calificar como “malo” a todo aquellos que no representa a sus intereses; y “bueno”, a cualquier cosa surgida del Partido Movimiento Regeneración Nacional. La idea es, por lo menos así parece, polarizar todavía más a la sociedad y fortalecer posiciones irreductibles como el “si no estás conmigo estás contra mí”.

No hay cabida para la discusión de cualquier tema político y/o social, si no se está absolutamente de acuerdo con la mayoría simpatizante o militante de Morena. Automáticamente, quien antagoniza con la llamada “Cuarta Transformación”, es definitivamente “malo”, porque lo único “bueno” es aquello propuesto por Andrés Manuel López Obrador.

En Michoacán, Silvano es “malo”, porque es perredista y son “buenos” aquellos que le gritaron consignas durante su encuentro con el Presidente Electo. Pero los “buenos” son miembros del ala radical del CNTE, responsables de haber arrancado a los gobiernos de Leonel Godoy Rangel y Lázaro Cárdenas Batel, la firma de minutas que costaron miles de millones de pesos al Erario. Lázaro y Leonel eran “buenos” porque dieron dinero a manos llenas a la disidencia magisterial y Aureoles es “malo” porque les cerró esa llave.

En la lógica de los “buenos” de este país, es indispensable diferenciar quién es “bueno” y quién es “malo”, para discriminar a todo aquel que no piensa igual y llevarlo a la jaula de los “malos”.

Esa polarización de ninguna manera le conviene a México. Ejemplos hay muchos, pero basta citar a Estados Unidos y Venezuela, donde sus respectivos Jefes de Estado promueven el discurso de “buenos” y “malos”, lo cual no contribuye al desarrollo armónico de sus pueblos.

Un ejemplo de lo controvertido que resulta el discurso de lo “bueno” y lo “malo”, está, según este columnista, en el tema del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México: resulta que la nueva terminal aérea es “mala” porque así lo dice AMLO, pero si no se usa dinero público y la construye Carlos Slim se convierte en buena, a pesar de que el NAIM, al ser concesionado será privatizado de facto.

Recurro a la Biblia, para resumir a lo que me refiero en esto de lo “malo” y lo “bueno”: “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!”. Este versículo es un ejemplo de la abstracción que implica el discurrir sobre lo que es “bueno” y lo que es “malo”.

Se reduce pues, a un dogma de fe. Nietzsche, en una de sus citas célebres asegura: “un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos”; esa lógica, impera, lamentablemente, en los discursos políticos vigentes.
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