Morelia, Michoacán, a 29 de abril de 2021.- “Dos plátanos, una manzana bien picada, dos guayabas sin semillas, también picaditas, azúcar mascabado…” Nunca había escuchado a mi Lupe tan concentrada en una receta de cocina. Me alegré, pensé que quizá la vieja loca ya me había perdonado y que me premiaría con un delicioso pastel libre de gluten y de leche. Cuando me acerqué, amorosa, a agradecerle el gesto e intenté tomar con un dedo parte de la mezcla, el grito que soltó me salvó la vida.
“Ni se le ocurra”, me dijo; su mirada furiosa, la pala de madera amenazando destrozarme la mano y lo que se encontrara a su paso. Mis ojos casi lloraron cuando soltó: “Es pa mi Alfredito”.
¡Zas!, sólo eso me faltaba, una morenista en mi casa, no´mbre, no. Ni loca ni enferma ni peda ni drogada ni nada. “Estás loca”, le dije más que convencida, pero cuando me explicó sus razones, hasta yo sentí harta pena por el señor ese que hoy es candidato guinda a gobernador.
Y sí, ¡pobre Alfredo!, el sustituto, el que nunca le llegará a los talones a Morón, el que recibe la candidatura después del gran sacrificio y ejemplo de grandiosidad que ha dado Ruli my babe; el que no podrá decidir ni elegir, porque él sólo es el nombre que aparecerá en la boleta, porque el equipo es el del profe-quema-puertas, porque pos no había nadie más.
¡Pobre de Alfredo! Cuyo nombre y tema fueron lo menos importante y relevante en la rueda de prensa del tristemente célebre líder nacional de Morena, Mario Delgado, que se deshizo en flores para el alcalde de Morelia con licencia. Pobre de Alfredo cuya elección sólo vino a confirmar lo que Morena ha demostrado en los últimos meses: ¡que Michoacán le vale madres!, que les importa más atender el capricho de unos aún a costa de que en el inter pierdan vida política, eso es lo de menos, ¡y qué tiene!, ya inventarán y formarán otro partido.
Son casi 25 días de iniciadas las campañas a la gubernatura. Así llega Alfredo, a intentar reajustar lo imposible: en 25 días, más de 800 morenistas, muchos de ellos fundadores del partido guinda en sus respectivos municipios, le han dado la palabra al presidente y están hoy apoyando la causa de Charly Bizcocho. El abanderado del Equipo por Michoacán anda con todo, literal, ni se preocupa por el vecino y su postura es simple: “a quien me pongan y cómo me lo pongan”. Pos sí, con esos tamaños de apoyos que está recibiendo, ¿quién no?
La desbandada guinda no es cualquier cosa: 500 en Uruapan, 200 en Charo, 100 en Tuxpan, que son las cifras más grandes; pero le faltan todos esos que, de uno en uno, como los de Pátzcuaro, Huetamo y otros municipios, le han expresado al oriundo del Barrio de la Estación allá en Zitácuaro.
Carlos Herrera no se confía, ya lo dijo y muchos así lo esperan porque, en la pasada elección, cuando Morena marcó pauta en Michoacán, la realidad es que el voto que le dio esa grandiosidad legislativa y que le aportó al pejexito en su cuenta electoral, son esos cientos olvidados de siempre, los que nunca votaban, los que esa vez salieron a decir “estamos hasta la madre” y lo demostraron.
Son los mismos que hoy siguen ignorados por algunos candidatos en Morelia, por ejemplo, donde Herrera Tello es consentido y aunque lleva mano, requiere meterse más, conocerlos más, escucharlos más, atenderlos más, decirles que es también para ellos ese gobierno que quiere hacer en Michoacán.
Morelia, Charo, Zitácuaro -aunque le duela a la Mari Carmen Bernal-, Tuxpan y Uruapan, son sin duda la mejor versión del candidato y de la gente. Herrera lo sabe y los de enfrente también.
Por eso la desesperación, por eso el insistir en meter el nombre de Morón donde quiera, Alfredo es el candidato de nombre y de cara, es el que aparecerá en las boletas, pero que quede claro: el proyecto es el del profesor-quema-puertas, el que permitió el ultraje a maestras; el que tiene a Morelia sumida en la miseria; el que metió a toda la familia a la nómina del ayuntamiento; el que tiene las piernas más lindas pero también, que sólo las mueve cuando su padrino mágico le ordena, sí, ese señor oscuro que quiere retornar al solio de Ocampo, aunque sea por afuerita.
Ya le corto. Luego les sigo platicando, tengo que seguir batiendo la mezcla del pastel para Alfredito, ternurita, el incandidato al que el maestro aprobó de mero panzazo.