Defiende mi voto, Carlos
La estructura electoral que le dio el triunfo a Poncho Martínez
SLyT, amor con amor se paga
A Paty Torres, por el gusto de haberte conocido
Por: Rosamaría Sánchez Rincón
No. Despreocúpense, mi Lupe no está en la lista negra de los influencers que incitaron al voto a favor del Verde. Le cae bien el magistrado pachocito pero los seudoecológicos no merecen tanto amor de mi loca ama de llaves. Falsa alarma.
A mi Lupe le podrán decir misa y le vale. Todos esos que andan con la mano en el pecho jurando que sólo quieren lo mejor para Michoacán y que por eso, “hay que respetar el resultado de las elecciones”. Mis tanates ¡qué!, dice enjundiosa la coordinadora general de la limpieza en mi hogar. No, con la pena, pero no mi ciela.
La autora intelectual de cómo quitar el cochambre de la estufa y no morir en el intento, edición 509, no duda en sus reclamos y hasta los pretende hacer públicos a través de una carta abierta dirigida al Bizcocho de sus amores titulada: “Carlos, defiende mi voto (que pá eso están las leyes”). Y pos sí.
Obligado está el de Zitácuaro a la defensa total, hasta el último momento, hasta el último voto, hasta la última ley que para eso fueron escritas. Defiende mi voto, Carlos, que yo no voté a punta de pistola; que yo no estoy a favor del gobierno federal misógino que dejó de lado a las mujeres; que se preocupó por los viejitos y por los chamacos, dándoles una lana cada mes para que estén a gusto y para que fueran a votar por los prietos este seis de junio.
Defiende mi voto, Carlos, porque Michoacán no merece regresar a sus peores épocas de violencia e inseguridad; al riesgo de nuevos granadazos; a la tiranía y a la represión, a la rapada de cabezas y mentadas de madre chairas, nomás porque uno no está de acuerdo con ellos; nomás porque la democracia, la entienden en un solo sentido.
Defiende mi voto, Carlos, porque así defiendes a Michoacán, a las mujeres víctimas de violencia y a los niños con cáncer a los que les quitaron sus medicamentos; a la legalidad y al progreso.
Si de algo estoy segura es que, de llegar a ganar la elección, lo que menos les interesa a Godoy y sus secuaces, llámense Alfredo Bebé Juanito y Ruli my Baby, es gobernar. Llegarán al edificio de Madero con la espada desenvainada, en una franca cacería donde su única y víctima preferida, es el Papusho que mantiene vivo no solo a un partido, sino a una ideología completa, lastimada, vapuleada por los resentidos y los traidores, pero viva al fin y necesaria en un país que, a lo largo de su historia, ha demostrado que jamás se rinde a las injusticias y a la dictadura. Nunca un México ni un Michoacán de rodillas.
Eso es lo que verdaderamente les preocupa. Godoy y compañía no llegarán con el montón de ideas de cómo continuar trabajando para cerrar su gobierno rebasando las casi seis mil obras rescatadas y ejecutadas en la administración silvanista. Tampoco llegarán convocando a nada para solucionar los problemas que más preocupan y lastiman a la gente; ellos quieren sangre, quieren caídos, quieren tripas tapizando pisos y quieren poder señalar con el dedo índice a sus rivales. Eso para ellos, es ser gobierno.
Y no es necedad. Neta. Quizás Michoacán realmente sí necesite conocer cómo gobiernan esos monitos en directo, para expulsar a los guindos para siempre de sus límites. A Morelia le bastó el primer año de gobierno, los primeros meses, para tomar la decisión; fue cuando Morón salió y dijo que en tres meses acabaría con los baches, pasaron casi tres años y nada, ahí están y hasta más grandes, más feos y más profundos, les valió.
Mi Lupe no se siente derrotada, al contrario. Está llena de esperanzas, sigue creyendo en la justicia, en la democracia, en las instituciones y en la madre de todos, aunque parezca que carecen de ella. Ya luego hablaremos de los traidores y de los resentidos.
La suculenta ama de llaves sabe que, en este tipo de procesos, La lealtad y el trabajo mandan. Un ejemplo clarito de ello es el Poncho Martínez Alcázar, el que le cantó a Morelia “déjame volver contigo” y volvió, y el partido con que se había dado de fregadazos, el mismo donde dio sus pininos políticos, fue el que lo llevó al triunfo: de 93 mil 854 votos, 74 mil 181 sufragios fueron panistas, sí. Morelia despertó y gritó fuerte y claro: ¡a shingar a su mais, morenos! (y morenas por aquello de la equidad en el lenguaje); el resto, fueron votos perredistas, poquitos pero suficientes para marcar la diferencia, para que no cupieran dudas, para que el Iván no sé qué -con todo y su pollo sindicalista suplente-, valieran pa las tres cosas de siempre: pa nada, pa nada y pa nada.
Aunque mi Lupe esperaba que la verdadera lucha la protagonizaran el Poncho y el Memo, pues no ocurrió. El Valencia se fue hasta el tercer sitio con nada despreciables 58 mil votitos y de ahí pal real, pos ni la risa, neta. Hasta pena ajena, empezando por el PVEM y siguiendo con MC, PES, RSP y la Fuerza por México. Triste panorama que sólo muestra cómo, en el nombre de la democracia, brinca cada remedo de partido.
Bien por el PAN que no cedió a los caprichos de un brinca-brinca profesional, como Miguel Ángel Villegas que, ahora con Morena, volverá a ser regidor de Morelia, ¡sigue viviendo del erario, mi ciela!
Y en este apoteótico resurgimiento azul, dos figuras fueron determinantes: un sonriente Yankel Benítez Silva que se sacó con honores la espinita del proceso pasado y puso a trabajar el 97.7 por ciento de la estructura electoral del Poncho Martínez (algo nunca antes visto, en el proceso pasado, con Antonio Plaza, apenas llegó al 80 por ciento) y el Sindicato de Limpia y Transportes (SLyT), liderado por Marco Antonio Solórzano Orozco, que dio cátedra de organización al aportarle al werito sayayín más de 15 mil 360 votos constantes y sonantes, contaditos, con deditos pintos, con testigo y todo, alineados, sin hacer algarabía, sin andar presumiendo, directito a la urna, sin condicionantes ni regalos de por medio. Convicción, le llaman.
El SLyT es el sindicato más pequeño de todos los que hay en el ayuntamiento de Morelia y fue, sin duda, el que sacó la casta por el nieto del exalcalde Alfonso Martínez Serrano, un hecho que hasta el propio presidente municipal electo reconoció en sus redes sociales. Pero, además, fue una de las principales defensas: cada urna que resguardó, la vigiló a morir, ni en la casilla donde votó Alfredo Ramírez, allá por los Atapaneos, ganó Morena, casi tres a uno le aplicaron.
La otra semana les platico del contralor de Morelia, Norberto Bedolla Rendón y su denuncia penal por daño patrimonial, nota exclusiva de Los Periodistas, denuncia que data de hace dos años y a pesar de todo, Raúl Morón lo nombró y lo sostuvo como contralor del municipio. Hipocresía e incongruencia dejar en ese cargo que combate la corrupción a un hombre tan señalado sólo por ser hijo de uno de sus mejores amiguis en la liga municipal de futbol. Ora sí, mis cielas, ¡vayan a triunfar!