Morelia, Michoacán.- A dos frentes inició Alfredo Ramírez Bedolla su gobierno de la 4T en Michoacán: con la soberbia de mandar al diablo a todos los que le caen gordos y con la espada desenvainada para, desde distintos frentes, comenzar a descuartizar la administración silvanista.
El discurso de conciliación y de trabajar por Michoacán, quedó al fondo. Las estructuras se tambalean con los perfiles llenos de ignorancia –que no de experiencia en la función pública-, que están inundando a las instituciones.
Desde la más pequeña de las direcciones de Gobierno hasta las superinstituciones como Educación y Salud adolecen la transición y no porque ésta sea buena. Dice mi Lupe que sólo reflejan la calidad de quien está al frente del Poder y de la pobreza de sus decisiones.
Con Carlos Torres Piña desbocado en declaraciones sin control, el resto del Gobierno estatal apenas gatea en intentos por justificar el porqué de los nombramientos hechos, como el de la expriísta Yarabí Ávila, la intolerancia en su expresión más plena ante cualquier derecho o posicionamiento que esté en contra de su crianza.
Cómo, insisto y aquí emulo a diversos grupos activistas y amigas íntimas de mi Lupe -Minnie Rouge-, que han cuestionado la designación de una persona peleada abiertamente con el progreso científico en la institución garante de la educación en Michoacán y que, además, lo hace público al expresar su abierto apoyo a la campaña de los grupos afines a provida.
Lo escribió el colectivo Baubo Ultrapúrpura: “La sorpresa por la inexplicable designación de Yarabí Ávila al frente de la Secretaría de Educación en #Michoacan, sólo se ve superada por su abierta manifestación antiderechos, expresada el día de ayer.
Muy grave que la Educación se encuentre encabezada por un perfil abiertamente opuesto al progreso científico que debe caracterizar a esa función pública”.
Va otro comentario que es muy claro y preocupante, el de la comadre de mi Lupe, Minnie Rouge: “Terrible encontrarse en la función pública y más en educación y tomar una postura así. Esto no es una situación de fe, es ciencia, son derechos, es libertad, es no quedarse en las cavernas. Espero que todos estos se cuestionen los más de 150 millones asesinados en nombre de Dios por la iglesia, los miles de niños abusados y asesinados, que superan de manera asombrosa a los que le achacan a Hitler y el holocausto”.
Pero eso a Bedolla no le interesa. Lo que piensen los colectivos, le vale. Lo que opinen particulares, no es importante. Al gobernador que emergió de una muy cuestionada jornada comicial, sólo le preocupa mostrar músculo y demostrarle a Morón, Morenistas, Godoyistas, silvanistas y hasta al propio Pexecito, quién es el mero mero que manda en Michoacán.
Los desplantes hacia quienes lo arroparon para que fuera el candidato, fueron más que evidentes y hasta vergonzosos. Quizá por eso, a ocho días de que asumiera el poder, ni una mención presidencial y menos una felicitación, le mereció desde Palacio Nacional.
Y mientras él sigue en su cruzada de venganza, la que otros aprovechan para hacer la suya propia como Torres Piña -¡ah cómo está dedicando sus esfuerzos a su antiguo jefe y candidato!-, en las instituciones todo es caos, ignorancia y preocupación. Pero eso no es importante, tampoco es preocupante. Si otros ya hundieron a Michoacán, ¿por qué él no?