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Día de Asueto: Jessica González o cuando la justicia se disfrazó de “contundencia”



Por: Rosamaría Sánchez Rincón

Morelia, Michoacán.- Han pasado 424 días; un año, un mes y 29 días para ser precisos desde que Diego Urik N., torturó y mató (y agrego “presuntamente” para que don Fiscal no la haga de tos por aquello del debido proceso) a Jessica González. Hablar de la joven maestra de primaria, es llenar de vergüenza la justicia en México.

Ya pasaron 424 días y la familia de Jessica sigue esperando justicia. Con todo y que el (presunto) asesino está plenamente identificado; con todo y que se sabe a la perfección cómo ejecutó el homicidio; con todo y que se conocen cada golpe y cada herida que Diego le provocó a la infortunada chamaca; con toda y la presión familiar y social, el criminal sigue sin sentencia.

Hace un par de días, la Fiscalía del Estado emitió un boletín sobre el tema. Hasta en dos ocasiones intercala la palabra “contundente” refiriéndose a las pruebas que, asegura, presentará en contra de Diego. Lo hace porque el 24 de noviembre será la audiencia intermedia del caso y lo hace porque, 24 horas después, el 25, se conmemora una fecha donde el nombre de Jessica y de decenas de mujeres más, se gritará de nuevo con fuerza, dolor e indignación en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

¿Quiere hablar de contundencia la Fiscalía? Jessica era la menor de tres hermanos; la única mujer de la familia y era “muy buena persona con toda la gente, amable y amorosa”, afirma su hermano Cristo Adán, el segundo de la descendencia González Villaseñor.

El día que descubrieron el cuerpo salvajemente golpeado y sin vida de Jessica, nos dimos cuenta cómo nos estaban matando a todas. Por cada hermana herida o asesinada, hay una contundente marca en el alma de cada una de las que seguimos vivas.

Hoy, la madre y familia de Jessica siguen llorando su muerte y cargan además, de manera contundente, el peso de la indignación y el coraje. El saber quién fue y cómo lo hizo y sin embargo, observar impotentes que no hay justicia y que es la misma ley, la que “protege” al vil asesino.

Hace un año, un mes y 29 días que mataron a Jessica. Cinco días después encontraron su cuerpo. Nueve días después, detuvieron a su asesino. 424 días han pasado y ella sigue esperando justicia. Nada más contundente.

Lo de hoy, es también un sollozo y un grito contundente; es la frustración y la esperanza que agoniza.

“… Y la que quiera romper, que rompa, y la que quiera quemar, que queme, y la que no, que no nos estorbe…”

¿Qué tal duerme, don Fiscal?
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