A Michoacán le urge un gobernador. Un gobernador en serio, que no se haga tarugo al paso del tiempo. Uno legítimo, sin la sombra perenne de la narcoelección a cuestas, que con sus decisiones sólo refrenda más lo ocurrido.
Uno que no piense que la gente es penitonta y que puede verle la cara con discursos cuatreros, inventando la hipotenusa. Uno que no compre conciencias legislativas, para que el Poder Legislativo haga y reforme leyes pensando primero en la población y no en sus bolsillos.
Uno que vaya y gestione, que rasque entre piedras, que convenza a su jefe mayor que le suelte lana y no que viva de ocurrencias jode-al-prójimo como el dichoso reemplacamiento que, cuando fue diputado, se opuso a morir por “el daño que representaba a los bolsillos de la gente” y eso que no había pandemia y eso que no estábamos tan jodidos como ahora. Hoy el don tiene otros datos.
Uno que no construya a partir de mentiras. Que no maquille sus pretensiones ordenando una verificación vehicular sólo con tintes recaudatorios y no ambientalistas. Uno al que no le dé miedo enfrentar la inseguridad que se vive; uno que no se doble los pantalones frente a los democráticos y a los estudiantes que no estudian y sólo atracan y extorsionan.
Uno que no salude con sombrero ajeno. Que no se apropie de obras ni acciones heredadas. Uno que cumpla lo que prometió desde campaña, cuando abría la boca y decía lo que fuera con tal de quedar bien.
A Michoacán le urge un gobernador que gobierne. A quien las mujeres y la violencia de género no le valga madre y que no lapide con la más despreciable indiferencia la lucha por la equidad y el respeto.
Le urge un gobernador que vea por sus niños, por su salud y su atención, que les devuelva a los niños con cáncer la esperanza y el amor arrebatados. Uno que no ceda a las presiones federales y que si tiene que ordenar el cierre temporal de escuelas por el COVID, el Omicrón y el que se le ponga, lo haga sin dudar.
A Michoacán le urge un gobernador que sepa delegar funciones y que nombre en su gabinete a hombres y mujeres que sí quieran trabajar y no que se la pasen picándose la nariz. Uno que saque las manos de las remesas migrantes y que haga de Michoacán el sueño de los michoacanos.
Le urge un gobernador que respete a los medios y su labor, porque se queja, los desprecia, los amenaza, los ningunea, pero los convoca a cada rato pretendiendo que legitimen su menguada función.
Uno al que le pese más el nombre de Michoacán que el de la 4T. Uno que su mayor logro en 100 días de gobierno, no sea echarle la culpa al de atrás para justificar que no ha hecho nada. Uno que no finja, uno al que le mejoren la imagen, para que su sola presencia llene los recintos de confianza, seguridad y servicio.
Uno que rete al mundo por Michoacán y su gente.
A Michoacán le urge un gobernador que quiera a Michoacán y que Michoacán lo quiera. Dice mi Lupe que sí, que cuánta razón tiene el autor de esa frase.